En mis inicios, mientras estudiaba fotografía en la escuela de arte comencé tomando fotos de personas al azar, algunos encargos comerciales y trabajos para clases principalmente. Después de un tiempo, al terminar mis estudios como fotógrafo comencé a ver la capacidad de crear y conectar con mis clientes y eso me fascinó.
Antes de convertir la fotografía en mi forma de vida trabajé para otros fotógrafos y acepté algunos trabajos para algunas agencias conocidas. Los primeros años los cogí con mucha ilusión, empapándome de todo el conocimiento de las personas que me rodeaban, algo que agradezco enormemente. Pero esto no me terminaba de llenar, sabía que era hora de avanzar. Y fue entonces cuando decidí empezar mi camino por cuenta propia, montando el negocio que tengo en la actualidad.
También me di cuenta que siempre me encontraba en una constante búsqueda de ‘la imagen’: viendo en todos lados sombras, luces, exposiciones y encuadres. Podría decir, que la fotografía como forma de vida me hace una persona más sensible y perceptiva, siempre buscando un buen momento para capturar.